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El Consorcio Patrimonio de la Humanidad quiere activar antes de que acabe la legislatura tres expedientes de demolición para abrir dos pasillos descubiertos en el barrio de sa Penya para comunicar la calle Vista Alegre con el carrer Alt y la travesía de Santa Lucía con la subida de sa Pedrera. Por el momento, el Consorcio sólo acometerá esta parte del proyecto de apertura de pasajes en el barrio, incluido en el Plan Especial de Protección y Reforma Interior (Pepri). La oposición de los vecinos ha obligado al Consorcio a dar marcha atrás en su plan de abrir pasajes subterráneos para unir transversalmente la calle del retiro con el carrer Fosc y la plaza Drassaneta con el callejón del Gallo. «No está descartado, pero se queda paralizado a expensas de debatirlo con los vecinos. Modificaremos el proyecto para dar cabida a otras posibilidades», explicó ayer a este periódico el gerente del Consorcio Patrimonio de la Humanidad, Emilio Pérez Echagüe.

Los vecinos recuerdan que cuando apareció el problema de las drogas en sa Penya se optó por tapiar todas estas comunicaciones. No les agrada la idea de que se vuelvan a abrir nuevas conexiones interiores sobre todo porque creen que las personas toxicómanas ocuparían los túneles (los pasajes subterráneos pasarán por debajo del primer piso de un edificio) para drogarse. Por eso, el Consorcio ha decidido por el momento echar abajo las paredes de tres inmuebles para abrir dos vías descubiertas. Para unir Santa Lucía con la subida de sa Pedrera será necesario demoler dos inmuebles, mientras que para conectar Vista Alegre con el carrer Alt sólo hará falta derrumbar uno.

El Consorcio ha solicitado al Ayuntamiento de Eivissa que los tres expedientes de demolición se aprueben en el próximo pleno ordinario para poder ejecutar las obras cuanto antes. El Consorcio piensa que este proyecto es necesario para mejorar la comunicación interior de sa Penya (de arriba a abajo) puesto que las calles discurren paralelas a las murallas. La Asociación de Vecinos de sa Penya, no obstante, asegura que la apertura de estas calles, aparte del problema de las drogas, «cambiará la morfología urbana del barrio, cuyas dimensiones no justifican la apertura de las repetidas conexiones». La actuación prevista en el Pepri, además, es contraria a la controvertida decisión del Cuerpo Nacional de Policía de instalar rejas en sa Penya para cerrar vías de salida y, así, controlar el tráfico de drogas. Finalmente no se llevó a cabo por el fuerte rechazo de los vecinos.