En el año 1939 abría sus puertas el Restaurante Formentera,
situado en el barrio de La Marina, junto a la plaza de la Tertulia.
Se trata de un negocio que nació con buena estrella; desde sus
comienzos funcionó muy bien y hoy todavía sigue atrayendo a todo
tipo de público, desde los miles de turistas que pasean por una de
las zonas más turísticas de la isla, hasta muchos ibicencos que
conocen y han labrado una gran amistad con Juan Tur Ramis, su
propietario. A pesar de que hoy son sus hijas las que se encargan
de dirigir el restaurante, no pasa un día sin que Ramis se acerque
a este edificio, ligado a su familia desde que él tenía 11
años.
Por las mañanas le gusta sentarse en una de las mesas, hojear
algún periódico, y después acercarse hasta el también histórico bar
La Estrella para tomar un café. «Hace 64 años que estoy aquí, soy
uno de los propietarios más antiguos de Balears», afirma este
hombre de 75 años, que recuerda perfectamente que el local se abrió
con el nombre de Fonda de Formentera, en honor a la isla en la que
nació su padre. Entonces era una casa de comidas «para pescadores y
otra gente trabajadora» que se inauguró a principios septiembre,
tan sólo cuatro meses después de que finalizase la Guerra Civil en
España. «En esa época trabajábamos baratísimo y no ganábamos ni un
real -asegura- pero es que no había que pagar impuestos, ni
seguridad social, por eso era tan barato y venían tantos turistas;
ahora todo es mucho más caro y por eso dicen que hay menos
turismo».
Durante años Eivissa y el Restaurante Formentera fueron un punto
de encuentro por el que pasaban muchos personajes del mundo de la
cultura, pintores como Will Faber o escritores como Alberti, quien
se enteró del comienzo de la guerra «escuchando la radio mientras
estaba sentado en la terraza del bar La Estrella». «En la década de
los 50 empezaron a llegar los primeros turistas, aunque en los años
30 también los había y en Sant Antoni se construyeron tres o cuatro
hoteles, además del Gran Hotel Ibiza (hoy conocido como el
Montesol)», cuenta. En 1968 Juan Tur Ramis se hizo cargo del
restaurante, pero decidió que el «carácter» del local seguiría
siendo el mismo que le había hecho tan popular en Eivissa. «Más que
alta cocina lo que ofrecemos es una comida cuidada, buscando
productos de calidad», asegura el responsable de un restaurante en
el que el plato más histórico es la borrida de ratjada.
No me atrevo a decir si la Eivissa de antes era mejor que la de
ahora, se tiene otra visión de la vida», afirma este ibicenco, que
de lo que sí está seguro es de que «la zona del puerto ha perdido
mucho». Ramis presume de luchar por la humanización de la ciudad y
uno de sus deseos sería el de ver el puerto convertido en un gran
paseo. «Que esto sea una zona de carga y descarga es un estorbo,
debería ser un paseo», apunta. Pero en otros aspectos las cosas no
han cambiado tanto según lo certifica la memoria de este hombre.
Ramis recuerda que en 1939 los vecinos del puerto ya hicieron un
inscrito para quejarse «del ruido que hacía la música de las
gramolas».
Todo ha evolucionado y pese a que, en ocasiones, Juan Tur Ramis
echa la vista atrás y siente añoranza de otras épocas de su vida,
es consciente de que es ahora cuando realmente este restaurante se
ha convertido en un negocio.
Sara Yturriaga
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