La profesión de matarife, es decir, la de la persona que se encarga de sacrificar a los animales y de elaborar los canales que posteriormente se distribuirán a las tiendas, no había contado hasta ahora con un curso específico de profesionalización. «Normalmente se transmitía de padres a hijos, pero es necesario profesionalizar y dignificar esta profesión», señala Miguel Àngel Barona, veterinario y encargado de impartir un curso de dos semanas que ha organizado la conselleria de Cultura, con la financiación de la Unión Europea a través del plan Leader.

Siete personas se han inscrito en estas clases, algunos con muchos años de experiencia a sus espaldas pero con ganas de aprender las nuevas prácticas que los avances tecnológicos y teóricos permiten introducir en el mercado. «Incluso hay una persona de Can Caus que, aunque no es propiamente matarife, se ocupa del control de calidad de los alimentos y como ese punto también lo tocamos en el programa, se ha apuntado», dice José Miguel. El profesor, coordinador de veterinarios oficiales en Inglaterra durante la epidemia de las vacas locas, señala entre las principales deficiencias de estos profesionales, «el a veces poco efectivo aturdimiento de los animales o la higiene del personal», aspectos de los que cada vez se ocupan más las empresas actuales. «La consejería de Sanidad está elaborando un Libro Azul de buenas prácticas y también existe un proyecto para crear una escuela estable de manipulación de alimentos», avanza. Los alumnos, de los cuales dos trabajarán en el nuevo matadero de Formentera, realizan estos días clases teórico-prácticas en el matadero de Eivissa.
Sara Yturriaga