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Opinar, micrófono en mano, ante una sala llena de gente y ante la presencia del alcalde de Eivissa, Xico Tarrés, es una dura prueba para cualquier niño. Pero a pesar de algunos nervios y titubeos inevitables, los alumnos que ayer participaron en el pleno infantil celebrado en el Ayuntamiento de Eivissa salieron airosos del encuentro. Más de 60 estudiantes, de los centros de Sa Graduada, Portal Nou, Sa Real, Blanca Dona, Poeta Villangómez y La Consolación, ocuparon esos asientos preferentes en los que normalmente se acomodan los concejales del equipo de gobierno y de la oposición en el Consistorio y unos bancos que, en la mayoría de los plenos convencionales, permanecen vacíos.

El problema del consumo de drogas entre los jóvenes también fue tratado por los estudiantes ibicencos. Algunos, más extremistas, opinaban que ir a bares y discotecas «no es bueno», pero en lo que sí coincidían todos era la idea de que «no todos los jóvenes consumen drogas». Se escucharon incluso historias personales como la de una alumna que relató cómo un conocido suyo llegó a engancharse a las drogas por culpa de la presión de su círculo de amigos.

Antes de empezar, el alcalde les explicó que, aunque no todas, algunas de sus propuestas sí serían tomadas en cuenta porque, como él mismo les dijo, «no se trata de que seáis regidores de azúcar».

El tema escogido en esta ocasión fueron las 'Nits de Lluna', iniciativa que este año ha puesto en marcha el Consistorio y que está dirigida a jóvenes de entre 14 y 24 con el objetivo de ofrecerles alternativas de ocio nocturno durante los fines de semana para que éstas sustituyan al consumo de drogas como medio de diversión. Los protagonistas, todavía demasiado jóvenes para participar en estas actividades, reclamaron iniciativas similares en las que ellos pudiesen participar. «Podían hacerse talleres por las tardes para nosotros», señalaba Soraya, alumna de Sa Graduada.

El debate de ayer, nada polémico por tratar un tema tan popular como es la agenda de los jóvenes para el fin de semana, sirvió para que los estudiantes pusiesen sobre la mesa sus deseos e ideas: «El Diverespai debería funcionar todo el año», comentaba una de las estudiantes; mientras, una compañera solicitaba un proyecto más complejo, nada menos que el de construir «un mini centro para los más pequeños, con una bolera y un bar que sirva bebidas sin alcohol; y todo a un precio bueno para nosotros».

Alguno, un tanto despistado, pidió «un parque natural en ses Figueretes» ante la extrañeza de Tarrés. Finalmente se solucionó el entuerto cuando quedó claro que la alumna había confundido los términos 'parque natural' y 'parque infantil'.

Sara Yturriaga