Padres y alumnos del Colegio Can Misses convirtieron ayer el centro en una enorme cocina internacional con muestras de los productos de los países y regiones de las que proceden las familias de los estudiantes. Desde China a Argentina, pasado por Marruecos, hasta Castilla, Sevilla, Granada y Mallorca, entre otros, toda la riqueza culinaria y diversa tuvo un hueco en la fiesta.

La oportunidad de probar manjares de otros lares en buena compañía y con el interés común de la tolerancia reunió a un nutrido grupo. De la Argentina llegó el pan casero con dulce de leche, el mate, los alfajores, el chorizo a la criolla y el «Matahambre. De Marruecos, pasteles árabes; de China, pan de gambas y de España, coca de verduras mallorquina, embutido casero de Teruel, poleá dulce de Sevilla, remojón dulce de Granada, torrijas castellanas y así hasta completar una mesa que ponía los dientes largos a cualquiera.

Los chavales también habían confeccionado unos curiosos cubrebotellas con rostros de chicos y chicas de diferentes nacionalidades.

No faltó la música en la cita. Los mayores tuvieron su momento de protagonismo con los tangos y las baladas, mientras que el toque de color musical lo pusieron los tambores y timbales. La música pagesa fue la encargada de inaugurar el apartado musical.

La oferta gastronómica se completaba con una exposición de objetos típicos de los países de los que son originarias las familias, posible gracias al trabajo de los alumnos que han revuelto baúles y armarios para preparar la muestra.

También destacaba un mapa de Europa con la gastronomía autóctona de cada país. Unas salchichas sobre Alemania, una naranja encima de España y unos yogures griegos sobre Grecia, entre otros divertidos detalles.

La presidenta de la APA, Isabel Delgado, apuntó que estos encuentros demuestran que la gastronomía «es un punto de unión», además de servir para recordar que hay cosas comunes entre culturas, del mismo modo que hay platos similares o elaborados con iguales ingredientes.