La mitad. El trayecto que hicieron fue Eivissa, Barcelona, Roma,
Nuoro. Y en Roma se percataron del coste de la insularidad: el
billete ida y vuelta para los residentes en esa isla italiana es de
90 euros ida y vuelta. A ellos, que por equivocación les sacaron
desde Eivissa un billete de residentes, les costó 85 euros sólo la
ida.
Residencia universal. Esa línea está cubierta por la compañía
regionaMeridiana, y desde hace cuatro meses goza de «continuidad
territorial» (para que no exista discriminación en relación al
continente), de manera que hay una conexión diaria garantizada de
siete vuelos con Roma a un precio cerrado de 90 euros, semejante al
que costaría un billete de tren. De esa experiencia salió una
propuesta analizada en el encuentro de Nuoro y que próximamente se
desarrollará: la posibilidad de crear una «residencia universal»
entre las islas del Mediterráneo que permita a todos beneficiarse
del descuento.
Doble insularidad. Nuoro, al estar situada en el interior de
Cerdeña, sufre una especie de doble insularidad. Su aislamiento
«dentro del aislamiento» llamó la atención a Tur y Costa. También
la «resignación» de su población, en parte porque no ven salida a
la aguda estacionalidad, en parte como consecuencia del cierre de
una petroquímica y el consiguiente paro: un 20 por ciento en la
región.
En catalán. En el Alguer pudieron comunicarse en catalán. Lo
hablaba, entre otros y plagado de arcaísmos, el gerente del
aeropuerto, antiguo alcalde del lugar que había puesto los nombres
de Mallorca y Menorca a dos calles y prometía bautizar algún día
con el de Pitiüses a otra. Les sorprendió (segunda sorpresa) la
fuerte protección a esa lengua del Gobierno italiano e, incluso,
del catalán.
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