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Siempre hay una excusa para postergar las negociaciones unos días más. Siempre falta un documento, o a alguno de los interlocutores no le viene bien la fecha concertada, o, en el caso de los más meticulosos y finos, la manera en que se les ha convocado no es ortodoxa. El resultado: las cuentas de 2003 ya están prorrogadas y la cita electoral se acerca peligrosamente. De seguir así, el equipo de Gobierno que salga tras esa cita pasará prácticamente medio año en blanco.

La mano negociadora fue tendida el 24 de octubre pasado por los progresistas: por primera vez en sus tres años y medio de mandato ofrecían a los populares y al conseller del grupo mixto, Joan Buades (a éste a través de un mensaje de voz dejado en su móvil), la posibilidad de presentar propuestas para incorporarlas al proyecto de presupuestos que ya estaba redactado. Fue la fecha que marcó el inicio de un toma y daca que salvo titulares ha dado pocos frutos. El 25 de octubre, el conseller de Pressuposts, Santiago Ferrer, se reunía con Buades: se vieron las caras apenas 15 minutos y everde dijo que sólo estaba dispuesto a dialogar «con los papeles por delante», los del proyecto. Ferrer le advirtió de que de esa manera se retrasaría «muchísimo» la aprobación y le instó a consultar a sus compañeros de Els Verds si compartían su opinión. La respuesta tardó en llegar 17 días y fue -como era previsible- la misma que dio Buades. Mientras, Ferrer no pudo reunirse con Palau hasta una semana después: problemas de agenda de uno y de otro. Suma y sigue.

El 13 de noviembre Ferrer tiró la toalla y prometió que «en unos días» la oposición recibiría copia del proyecto de presupuestos. Éste fue presentado a la prensa el 14 de diciembre, y al día siguiente populares y verdes anunciaban que a esas cifras no las iban a dar ni pan ni agua.

A comienzos de enero, tanto el popular Pere Palau como Buades coincidían (de nuevo) en criticar que las cuentas no hubieran pasado aún por pleno y en que no hubieran sido llamados para emprender de nuevo las conversaciones, que hasta entonces habían sido encuentros casi furtivos de apenas un cuarto de hora aderezados con gélidos intercambios de mensajes de móvil y de e-mails. Poco (nada) se ha avanzado desde entonces y el tiempo sigue corriendo con las manecillas apuntando al 25 de mayo.