Como tantas otras prácticas, el mundo del malabarismo tiene sus equipos y materiales. En la tienda Isi de Eivissa cuentan con juegos de tres pelotas de distintos tamaños y materiales a partir de 12 euros, mazas a 18 euros, cariocas (para malabares con fuego) a partir de 36 euros, o diábolos de 9 euros así como manuales y vídeos con trucos y ejercicios.

M aximiliano Carena, más conocido como 'Maxi', tiene 28 años y reside en Eivissa desde hace 4. Nacido en Buenos Aires, comenzó en el mundo de los malabares por casualidad, tras tropezarse con montones de pelotas rojas y azules salidas de un pelotero roto de un Mcdonal's: «Cogí unas cuantas para regalárselas a mi hermano y yo me quedé con tres con las que estuve jugando durante una madrugada», recuerda divertido.

«Nadie me enseñó, nadie me explicó, fue algo muy extraño, pero al otro día ya me estaba comprando pelotas con las que practicar», añadió este joven que pretende impartir un taller de malabares para jóvenes de Sant Antoni organizado y subvencionado por el Ayuntamiento.

'Maxi', para el que los malabares fueron en un principio un entretenimiento, ha logrado en ocho años vivir de ellos. «Estuve trabajando en un bar haciendo numeritos con las botellas, algo que te da cierto caché y algo de prestigio», dijo, antes de explicar que durante el verano participa en fiestas como la del Agua de Es Paradise, Manumission de Privilege o locales como el Coastline de Sant Antoni.

Durante el invierno pretende dedicarse a enseñar a chavales los trucos para poder iniciarles en el mundo de los malabares con clases diarias gratuitas en Es Club de la calle Cervantes de Sant Antoni. «Pueden venir con los objetos que tengan para jugar. Lo único necesario es tener paciencia», adelantó antes de revelar que la práctica de ejercicios malabares tiene fines terapéuticos: «A mí me cambiaron la vida. Dejé de beber cerveza y de centrarme en las motos y descubrí que los malabares eran mucho más divertidos».

E.Estévez