Por el aspecto que presenta, ni parece que ya sea un Parque Natural
ni que existe un organismo dedicado en cuerpo y alma a preservar
ese espacio. Basta dar una vuelta por ses Salines para comprobar
que poco ha cambiado en la zona desde que fue aprobado el Plan de
Ordenación de los Recursos Naturales (PORN) el pasado mes de mayo,
y de que la dirección del Parque, en manos de Paula Goberna desde
el mes de julio, no se ha empleado a fondo en limpiar la zona.
Los principales focos de basura se encuentran en el brazo de
tierra que hay entre Migjorn y es Cavallet, un lugar que en verano
es frecuentado esencialmente por el turismo gay. Los recovecos de
las masas forestales constituyen los principales montones, en los
que los papeles, condones y envases cubren la maleza.
Acabado el verano cientos de botellas de plástico, latas y
envases fueron acumulados en una decena de pequeños montones a lo
largo de esa zona, que desde entonces no han sido retirados. Cada
vez que hay fuerte viento, las botellas vuelan por el Parque,
esparciéndose de nuevo entre las sabinas y pinos.
Este invierno, ses Salines muestra cómo fue lacerada durante el
pasado verano, el primero como Parque Natural desde que el pasado
25 de abril el Tribunal Constitucional declarara inconstitucional y
nula la ley 26/1995 de 31 de julio que declaró Reserva Natural esa
área. Pese al descenso del turismo, ses Salines ha sufrido una
presión similar a la de años anteriores. Ya lo advirtieron la
consellera balear de Medi Ambient, Margalida Rosselló, y el
director general de Biodiversidad, José Manuel Gómez, en la rueda
de prensa de la presentación de la directora del Parque: poco se
iba a poder hacer esta temporada.
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