El hospital Can Misses rindió ayer un homenaje a la figura de
Ernest Lluch, asesinado por ETA hace dos años, dieciocho años
después de que inaugurara el centro el 31 de enero de 1985 en la
etapa en la que era ministro de Sanidad. Las hijas de Ernest Lluch,
Mireia y Rosa, se desplazaron a Eivissa para descubrir ayer la
nueva placa, la antigua fue retirada durante las obras, que
recuerda aquel 31 de enero.
La actual gerente de Can Misses, María Àngeles Leciñena, recordó
ayer que los cuatro años, de 1982 a 1986, de mandato de Lluch al
frente de la cartera de Sanidad «dieron mucho de sí y sirvieron
para poner los fundamentos del actual modelo sanitario», como la
Ley General de Sanidad.
El secretario de la Fundació Ernest Lluch, Eugeni Giralt,
recordó los motivos que determinaron la puesta en marcha del
hospital Can Misses. «Un día estaba Ernest Lluch en el aeropuerto
de Barcelona y vio la llegada de unos enfermos en camillas.
Preguntó dónde venían y resultó que de Eivissa. A la semana
siguiente fue a Eivissa y quedó horrorizado con el hospital
antiguo», relató. «Recuerdo con precisión esa anecdóta. Estoy
seguro que él estaría contento de volver a recordar», añadió.
Giralt, amigo personal del fallecido, recordó que «Lluch era una
persona muy diversa pero no era médico». Sin embargo, uno de sus
pensamientos era «hacer posible una sanidad mucho mejor». Así, la
Fundació gira sobre tres ejes que forman la figura del ex ministro
socialista. Por un lado, los aspectos de enseñanza y su papel como
economista, la profesión a la que se dedicó; político, cultural y
cívico, «sabemos que Lluch era un amante del País Vasco y
partidario de hablar con todos», dijo Giralt.
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