«Me vi muy mal. Estaba agotada de llevar esa vida dedicada a consumir drogas». Esta fue la razón que llevó a Marisa a Proyecto Hombre. Sin embargo, ella tuvo sus dudas iniciales. «Cuando empecé no estaba segura. Sabía que necesitaba algo, pero no me creía que iba a ayudarme. Decía a mis padres que estaría sólo dos meses». Marisa lleva 15 meses en Proyecto Hombre.

Juan sufrió dos accidentes de tráfico que determinaron un cambio en su vida. Hace siete meses que está en Proyecto Hombre. Antes de ingresar en este servicio de tratamiento contra las drogas llevaba varios meses sin probar la cocaína, pero no consiguió dejar el alcohol que le llevaba a las 'anfetas', 'speed' y a lo que tenía a su disposición en ese momento. «No quiero esa vida para mí. Había tocado fondo en el plano personal. Mi vida se basaba en trabajar y salir a drogarme los fines de semana. Estaba siempre metido en el bar, sin amigos y mi novia me había dejado», relata. Igual que Juan, Marisa dejó a su pareja.

Ambos están en Proyecto Hombre tratando de abandonar su adición a las drogas. Marisa y Juan, nombres simulados, están siguiendo el tratamiento en Palma en la fase de comunidad.

La experiencia de Marisa con las drogas, igual que la de Juan, ha sido muy variada: Cocaína, heroína, éxtasis, anfetaminas y alcohol. Opinan que el consumo de una sustancia lleva a otra, pero inciden en la cocaína. «La gente tiene miedo a la heroína. Siempre ha sido tabú, pero se ha perdido el respeto a la cocaína y no sabes cómo te puede fastidiar la vida. No se tiene ni idea», dice Juan. «La cocaína me llevó la heroína, Te destroza psicológicamente», apunta su compañera.

Los primeros contactos de ambos con las drogas fue en la adolescencia. Marisa recuerda que empezó a tomar drogas con 14 años emulando al resto de sus amigos: «Era por sentirte aceptado en el ambiente con los amigos. Empiezas diciendo yo controlo, aquí no pasa nada, pero qué va».