«Vendo olivos con más de 600 años». Durante el pasado verano, Juan
Mendoza pegó en farolas y paredes de la isla decenas de carteles
dibujados a mano con ese anuncio que provocaron la alarma entre los
grupos ecologistas. En agosto, asociaciones como el Grup
d'Ornitologia Balear (GOB) de Mallorca pusieron el grito en el
cielo ante la noticia de que se estuvieran arrancando olivos
centenarios andaluces para embellecer los jardines de lujo de la
isla, e incluso la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de
Andalucía abrió diligencias informativas al respecto.
Pero Mendoza, trabajador del aeropuerto y representante en las
Pitiüses de Olivas Centenaris S. L., considera que esa alarma era
infundada y que, en todo caso, los ecologistas son quienes venden
los olivos. Los árboles, procedentes de los cultivos de Jaén, iban
a ser destruidos y convertidos en leña tras ser retirados de los
márgenes de carreteras que iban a ser ampliadas. Olivas Centenaris
les encontró una utilidad aprovechando la moda "entre gente
pudiente" de plantarlos en los jardines. También los había muy
viejos cuya productividad era ya escasa e inversamente proporcional
a su belleza, con troncos de formas nerviosas, gruesos. Antes que
convertirlos en combustible para chimenea, Mendoza cree que es
preferible que sean objetos «ornamentales».
No todos son centenarios y pocos tienen más de 600 años, pero
como se puede comprobar en la página web www.olivoscentenarios.com,
son hermosos, como los de otros viveros de las Pitiüses. El precio
medio es de 125.000 pesetas, según Mendoza, aunque en algunos casos
pueden alcanzar cifras millonarias. La empresa se hace cargo del
transporte desde las plantaciones aceituneras jienenses hasta
Eivissa. Aunque los árboles proceden de Andalucía, la empresa
dedicada a su comercialización está ubicada en Cataluña.
Cuando los agricultores mallorquines conocieron la noticia de
que se exportaban olivos decorativos desde Las Alpujarras
advirtieron de que «a la larga» podrían ser perjudiciales si no se
controlaba que estuvieran sanos. En Andalucía, la preocupación era
más estética que medioambiental, pues se considera que esos árboles
representan un elemento paisajístico fundamental de algunas
zonas.
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