Los integrantes del cada vez más numeroso contingente de participantes en la segunda edición de la volta a peu a Formentera tuvieron ayer un día especialmente divertido, no tan solo en el aspecto paisajístico y por las dificultades que afrontaron en su periplo, sino porque coincidieron a su llegada al Pilar de la Mola, con las fiestas patronales del lugar.
La expedición partió de es Pujols en autocar hasta la playa de es Copinar, desde donde iniciaron su camino, bordeando inicialmente la playa de Migjorn, hacia recovecos de difícil acceso en toda la complicada orografía del altiplano de la Mola. Es Ram, s Estufador, el faro de la Mola y otros lugares igualmente significativos jalonaron parte de un trayecto de suma dificultad. Algunos se acercaron para contemplar el ball pagès, mientras otros se cobijaron bajo un frondoso pinar, para sacarse las zapatillas y dejar que los músculos se desentumecieran. Luego los excursionistas se calzaron las botas de siete leguas y a través del camino de can Talaiassa, el camí de sa Pujada, descendieron hasta es Caló, al nivel del mar, para progresar a lo largo de es Carnatge hasta la meta, es Pujols. Para hoy está prevista la tercera y última jornada de la 'volta a peu'.
Los caminantes, ya lo dijeron el primer día, están todos, o prácticamente todos dispuestos a repetir la experiencia, consideran que la iniciativa es especial e innovadora y que, si se hiciera un par de veces al año, antes y al final de la temporada, seguiría atrayendo gran numero de excursionistas.
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