Mientras algunas personas se deprimen al alcanzar los cuarenta o se
sienten ya ancianos a los sesenta, María Ramón alcanzó ayer los 103
años con una ilusión y unas ganas de seguir viviendo que son una
lección para quienes se sienten cansados con la mitad de sus años.
«No podría contaros mi vida porque pensariáis que no es verdad»,
dice esta delicada anciana que ríe sin cesar tapándose la boca con
las manos, como si se sintiera avergonzada porque la gente se
interese por ella.
Sorprende la lucidez de María a la hora de recordar miles de
detalles que sólo se convierten en secretos bien guardados cuando
la emoción embarga a esta longeva mujer. «Ha tenido una vida muy
dura " la justifica una de las hermanas de la Residencia" pero lo
sorprendente es que dice que volvería atrás». Sus manos todavía son
capaces se realizar virguerías con el ganchillo, una afición que
durante varios años le sirvió para ganarse la vida, junto a las
labores del campo que realizaba junto a su marido. Juntos tuvieron
que exiliarse a Francia donde vivieron a lo largo de 15 años. «Allí
trabajé lavando ropa, a mano, porque ya sabes que entonces no
teníamos máquinas que lo hicieran», recuerda riendo de nuevo.
En la Residencia Reina Sofía es una mujer muy querida. Las
hermanas conocen historias sorprendentes de su vida, como aquella
que narra cómo, tras morir su madre nada más nacer ella, María se
negaba a mamar de ninguna comadrona y sólo aceptó alimentarse del
pecho de su abuela. «Y lo hizo hasta los siete años, porque
entonces no había leche en polvo ni nada de eso y los niños mamaban
hasta que eran ya muy mayores», recuerda una de la hermanas.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Periódico de Ibiza y Formentera
De momento no hay comentarios.