Uno de los numerosos encantos de Sant Miquel es el pequeño bar
junto a la iglesia, perfecto para olvidarse del mundo, con sus
calendarios de hace 20 años y sus relojes parados, allí donde se
agotó la cuerda. Pero una vez al año, ayer, día grande las fiestas,
todo se pone al día. La tranquila partida de dominó se convierte en
un ir y venir de vecinos y turistas en conversaciones y risotadas.
Los vecinos, con sus mejores galas de domingo y fiesta, y los
turistas, con chanclas y bermudas, convivieron y disfrutaron de un
día que comenzó con la cata de miel que ofreció la Associació
d'apicultors d'Eivissa i Formentera. «La que tiene más éxito entre
los alemanes es la miel de romero aunque la de algarrobo resulta
deliciosa. La de frígola es la más apreciada por los de aquí»,
explicaba a los curiosos el presidente de los asociados, Antonio
Peinado.
Las energías del dorado elemento hicieron más llevadera la
empinada subida a la iglesia. Allí, misa, procesión y ball pagés,
actos en los que no faltaron las encopetadas autoridades: el
alcalde de San Joan, Antoni Marí; la consellera Fanny Tur, el
conseller Vicent Tur, los consellers populares Pere Palau y Joan
Marí Tur e incluso la directora insular de la Administración del
Estado, Marienna Sánchez-Jáuregui.
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