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El mercado artesanal del Pilar de la Mola, vulgarmente conocido como el mercadillo hippie de la Mola, es desde hace algo más de dos décadas uno de los principales atractivos de la isla y en temporada estival los domingos, y en menor medida los miércoles, se convierte en una cita ineludible para los turistas y también, por qué no decirlo, para los propios residentes en la isla, y sin embargo, en carece de licencia de apertura y tampoco posee licencia de actividades, aspectos estos que tan sólo ahora, el propietario del recinto, Joan Mayans, quiere subsanar.

Este mercado artesanal que se inició como un escaparate de productos verdaderamente artesanales, ha ido perdiendo paulatinamente su espíritu inicial y hoy en día, con la sobredimensión, en espacio y en vendedores, los verdaderos artesanos son una reducida minoría. De la docena de fundadores quedan menos de la mitad, los restantes a medida que progresaron y triunfaron en su trabajo han creado sus propios negocios y cuentan con alguna que otra tienda en la que comercializar sus creaciones. Artesanos los menos, personas dedicadas a manualidades, la mayoría, y el resto, vendedores de productos traídos del Lejano Oriente.

Los artesanos del mercado señalan que antes existía una comisión encargada de valorar los méritos de las personas que se querían instalar en el recinto para vender sus productos pero, según ha explicado uno de ellos, la gente ha ido dejando la comisión ya que resultaba inútil por el simple hecho de que en última instancia quien decide si una persona se instala en el mercadillo o no es el propietario que sólo atiende a criterios económicos.

El mercadillo se ha convertido en un negocio para quienes consiguen un puesto para vender sus productos u objetos, pero sobre todo es un negocio redondo para Joan Mayans, el propietario del solar en el que se celebra el mercadillo. En dicho recinto se llegan a instalar alrededor de 70 puestos que pagan religiosamente sus cuotas, alrededor de unos 360 euros por temporada, a un propietario que carece de licencia de apertura y de actividades para que opere el mercadillo ya que tan sólo ahora, tras un cuarto de siglo de funcionamiento, Mayans se ha decidido a solicitarlas aunque aún no se ha iniciado el pertinente proceso de tramitación.

Mayans se beneficia además de ayudas institucionales de forma que muchos vecinos de la Mola consideran «absolutamente injustificada». Algunos de estos residentes en el Pilar, consideran que el mercadillo es un estorbo para muchos de ellos ya que el caos y los embotellamientos que se producen, especialmente a finales de julio y agosto, hace de la Mola un lugar intransitable hasta el punto de que algunos caminos que parten de la PM-820 quedan bloqueados; los vecinos se quejan asimismo de que el mercadillo genera una gran cantidad de suciedad perfectamente apreciable los lunes por la mañana y los jueves.