En la calle General Balanzat, que sube hacía la catedral de Dalt Vila podemos encontrar sentado en un colosal banco de piedra la figura esculpida en bronce de uno de los personajes que ha dejado a la isla de Eivissa con un gran legado cultural.

Isidoro Macabich permanece desde su muerte bajo la sombra de un altísimo árbol que reposa junto a él en la plaza de Sa Carrosa, lugar en el que los viandantes le prestan una gran atención, ya que el ilustre historiador se presta fácil a la compañía y parece dejar espacio para que aquellos que suben cansados por la empinada cuesta puedan tomarse unos minutos de descanso. Isidoro es todo un triunfador, su presencia en esta pequeña plaza hace que se formen colas de gente que quiere llevarse un recuerdo sentados a su lado o en su regazo. Angela, que está pasando unos días en la isla, no duda en sentarse encima del eclesiástico, mientras comenta: «No sé quien es este hombre pero la figura está muy lograda, parece real, tiene mucha personalidad y una cara muy expresiva, transmite tranquilidad, me gusta su aguileña nariz».

Otros no sólo saben quien era sino que también lo conocieron en vida: «Fue mi profesor en el segundo año de bachillerato, era un hombre muy serio, la verdad es que la reproducción es exacta, la escultura se asemeja mucho a la imagen que tengo de él», afirmaba Alicia. Y de este modo pasa los días, acompañado de todo aquel que quiera gozar de su rígida pero relajante presencia.