Cansada de aguantar problemas y más problemas en sa Penya, Asun
García ha decidido recoger los bártulos, vender las dos viviendas
que posee en el barrio y elegir otro lugar para pasar sus
vacaciones. El último susto que ha sufrido esta mujer, natural de
Jaca, en Eivissa no tiene desperdicio: un grupo de toxicómanos han
okupado durante su ausencia (un año y medio) sus dos casas.
La Policía Local forzó el miércoles por la tarde, tras la
denuncia de la propietaria, la salida del último drogodependiente
que había ocupado su casa de la calle Fosc. Después echó un candado
en lo que queda de la puerta de entrada y el Ayuntamiento, por su
parte, ayer mismo tapió el acceso al inmueble por el tejado para
evitar más okupaciones.
Asun denuncia que en apenas un año los okupas han hecho añicos
su casa. «Está destrozada. La han convertido en un zulo», lamenta.
En el interior del inmueble aún hay algunas jeringuillas y montones
de trastos y basura. No hay puertas y los trozos de las paredes
entierran los desechos que se esparcen por el suelo.
Ante la incapacidad de las autoridades locales para solventar
los problemas que afectan al barrio, Asún tiene previsto enviar una
carta a la Unesco, que declaró Dalt Vila Patrimonio de la
Humanidad, para que este organismo tenga conocimiento de como el
Ayuntamiento cuida esta joya histórica. Cuenta, además, con el
respaldo de la nueva asociación de vecinos del barrio.
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