Pocos vecinos de Sant Llorenç de Balàfia recordaban ayer una jornada tan fría y pasada por agua el día de su Patrón. El que debería haber sido el día más caluroso del verano, tal y como marca la tradición, fue, debido a la lluvia, el más frío y desapacible. «La verdad es que desde que yo estoy en la parroquia nunca me había coincidido un 10 de agosto lluvioso», explicaba ayer José Ribas Riera, párroco de la localidad.

«Algún vecino me ha comentado que la última vez que recuerda el día de San Lorenzo con lluvia fue allá por el año cincuenta y pico y no con estos chaparrones de hoy», añadió el párroco que, un poco disgustado, se vio obligado a no dejar salir la procesión fuera de la iglesia y a trasladar la actuación de la Colla de Labritja al porxu del templo. La celebración de la misa solemne, que estuvo amenizada por el coro parroquial y oficiada por el obispo de la diócesis de Eivissa y Formentera, Agustín Cortés, reunió a numeroso público que, a pesar del mal tiempo, llenó el interior del templo.

En su sermón Cortés se centró en resaltar la figura de San Lorenzo, un mártir que murió en la hoguera y que se dedicó a atender las necesidades de los más necesitados en su tiempo, poniéndolo como ejemplo de buen cristiano. A pesar de que en algún momento la lluvia cesó y se registró un claro, al final del acto litúrgico las nubes se situaron sobre la iglesia de Sant Llorenç impidiendo la salida de la procesión. Los vecinos y turistas que se acercaron hasta el lugar siguieron la actuación de la Colla de Labritja y degustaron bunyols y orelletes bajo el porxu de la iglesia con un poco de frío.