JOAN J.SERRA
La decisión del Gobierno central de construir un gasoducto entre Madrid y la Comunidad Valenciana ha dejado en una situación muy favorable el proyecto del gasoducto balear, que partiría precisamente de la costa valenciana. No sólo esta circunstancia coloca el gasoducto balear en una posición privilegiada de cara a su ejecución. La empresa que ha elaborado el proyecto del tramo valenciano del gasoducto balear, entre Ontinyent y Oliva, es Enagás, que, además, es la gestora técnica de la red de transporte de gas en todo el Estado y es la que construirá el gasoducto entre Madrid y la Comunidad valenciana.

No es casualidad que Enagás haya decidido que el punto de llegada del gasoducto Madrid-Valencia sea Alcúdia de Crespins, localidad muy próxima a Ontinyent, desde dónde partiría el gasoducto balear. De hecho, Alcúdia de Crespins y Ontinyent ya están conectadas por el gasoducto de Enagás en el eje mediterráneo, por lo que el ramal balear hacia Oliva podría partir directamente desde la primera localidad.

En definitiva, el proyecto que ha planteado Enagás para el gasoducto Madrid-València conecta directamente con el gasoducto balear o, lo que es el mismo, éste sería un ramal terrestre y submarino del punto de encuentro entre el primero y el eje gasístico del Mediterráneo peninsular. Igual que el gasoducto balear, la canalización de gas natural entre Madrid y Valencia queda pendiente de su incorporación definitiva a la planificación energética estatal para los próximos 10 años, que tiene que decidir el Ministerio de Economía.

Con Enagás como gestor técnico de la red de transporte de gas en todo el Estado y con esta misma empresa combinando y haciendo coincidir sus proyectos, el gasoducto balear se encuentra, hoy por hoy, en una situación inmejorable.

El conseller de Presidència del Govern balear, Antoni Garcies, reiteró ayer que el Gobierno central intenta boicotear el proyecto del gasoducto balear en otro ejemplo «de los tropiezos que pone Madrid a lo el que decide nuestra Comunidad Autónoma, utilizando el poder del Estado de manera partidista». Efectivamente, la última palabra sobre el proyecto del gasoducto la tiene el Gobierno central, pero los pasos dados por la Comisión Nacional de Energía y Enagás son favorables al proyecto.