Más de 6.000 personas, según la Policía Local, se echaron a la
calle para lanzar los últimos gritos de guerra contra el gobierno
de Aznar. Los sindicatos, sin embargo, calculan que fueron más de
10.000 las personas que recorrieron las principales arterias de la
ciudad a grito pelado y a golpe de pito en contra de la
controvertida reforma laboral.
La histórica manifestación, no obstante, estuvo empañada por las
amenazas y coacciones que se produjeron en contra de los
comerciantes que libremente ayer optaron por ejercer su derecho a
trabajar. Insultos y más insultos, escupitajos y una avalancha de
golpes contra los escaparates de estos comercios. Los trabajadores
echaban el candado para evitar males mayores y se refugiaban en su
interior.
Los agentes del Cuerpo Nacional de Policía situaban una barrera
humana frente a estos negocios para frenar a la masa, que apenas
podían controlar. «¡Esquiroles!», «¡peseteros!», «¡fachas!» e
«¡hijos de puta!» eran los gritos que dirigían los manifestantes a
los trabajadores, acompañados al son de estridentes golpes contra
vehículos y contenedores de basura, que rebosantes de desechos
despedían un desagradable hedor.
La tensión fue creciendo a lo largo del recorrido, que echó a
andar desde Vara de Rey a las 19'20 horas con la presencia de los
cargos públicos del Pacte. La presidenta del Consell Insular, Pilar
Costa, y los consellers Fanny Tur, Josep Marí Ribas y Sofía Hernanz
se entremezclaron entre la multitud, al igual que el alcalde
accidental de Eivissa, Santiago Pizarro, y varios ediles más. El
conseller Joan Buades iba por su propia cuenta.
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