Cristina y Albert Costa hicieron un alto en el camino descansando en una terraza de la Marina. Foto: E.ESTÉVEZ

A pesar de que la vida a Albert Costa le ha cambiado en las últimas semanas, el tenista catalán sigue fiel a sus principios y ha vuelto a elegir las Pitiüses para su descanso, que esta vez se ha convertido en luna de miel. Ayer el tenista se paseó con su esposa Cristina por las calles más céntricas de la ciudad para realizar unas compras antes de embarcarse rumbo a Formentera.

La pareja, que pasó por vicaría el pasado viernes, justo cinco días después de que Costa se proclamase campeón del torneo más prestigioso de tierra batida del mundo, ha venido a las Pitiüses para descansar, esta vez sin sus gemelas.

«Se han quedado con los abuelos», explicó el padrazo al referirse a las pequeñas Claudia y Alma. Cansado debido al gran esfuerzo físico de la competición y el trajín familiar de la los últimos días a consecuencia de la celebración de su matrimonio, Albert Costa no quiso hacer declaraciones aunque, muy amablemente, posó para la fotografía mientras descansaba en una conocida terraza de la Marina, donde, a pesar de querer pasar desapercibido, más de una persona de percató de su presencia e incluso le pidió un autógrafo.

Sin hacer comentarios de sus próximas citas en los campos de tenis, Albert Costa y Cristina han venido a las Pitiüses para relajarse y hacer un paréntesis en su apretada agenda deportiva de alta competición.