La ex concejala de Ciudad Sostenible del Ayuntamiento de Eivissa,
la verde Marta Roldán, insistió ayer durante el anuncio de su
despedida en que nunca hubiera dado la licencia para construir un
edificio de 13 plantas en es Puig des Molins, proyecto que, alegó,
desconocía. De hecho, afirmó que se había enterado del proyecto
gracias a los medios de información y que, a su juicio, las
«soluciones se tendrían que haber puesto antes y haber retardado la
concesión de la licencia».
Sin embargo, todo parece indicar que Roldán sí tenía
conocimiento puntual del proyecto en cuestión, al menos desde el
pasado mes de octubre. El día 25 de ese mes se celebró un pleno en
el Ayuntamiento de Eivissa en el que Roldán dio su voto a favor,
junto al resto de concejales del equipo de Gobierno progresista (el
PP se abstuvo), a la aprobación provisional de la modificación
puntual del Plan General de Delimitación de la Unidad de Actuación
26 y cambio de vialidad de los Molinos, zona donde se proyectaba el
edificio causante de la polémica de las últimas semanas. Roldán
también dio su voto a favor en la comisión informativa celebrada
días antes, en la que además votaron afirmativamente Joan Bonet y
Antoni Roldán, mientras los tres ediles populares (Enrique
Fajarnés, Virtudes Marí y Antoni Prats) se abstuvieron.
La modificación reducía el volumen edificable y aumentaba las
zonas verdes, sin que esos cambios «suscitaran» la oposición del 25
por ciento de los propietarios afectados.
Preguntada ayer por aquel voto a favor, tanto en la comisión
informativa como en el pleno, Roldán continuó insistiendo en que
desconocía que en esa unidad de actuación se fuera a edificar: «Una
cosa es una unidad de actuación, donde entran varias actuaciones, y
otra es una licencia en concreto. Una modificación no presupone que
se vaya a dar una licencia para construir», alegó.
La edil debía ser la única del equipo de Gobierno que acudió
tanto a la comisión informativa como al pleno sin saber que la
modificación de la UA-26 iba ligada a una serie de proyectos,
cambios que difícilmente se producen sin que exista una
justificación. Joan Bonet, uno de los concejales que participaron
en aquella comisión y en el pleno, admitió que sabía perfectamente
qué votaba, y recordó que además de en esa ocasión, la concejala
también podría haber manifestado su teórica oposición en los
periodos de exposición pública que se celebraron
posteriormente.
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