La literatura oral ha ido dejando en la memoria de los niños de las Pitiüses palabras como fameliar, crespell o follet. Pero pocos de estos chavales conocen algo más que el apelativo de estos personajes. No saben cómo son, ni qué les gusta o cómo hay que tratarles si se encuentran con uno de ellos. Con el objetivo de llenar esos vacios, la Biblioteca Municipal de Eivissa ha organizado la exposición 'Un món rondallístic', que ofrece un recorrido por las leyendas que rodean a estos seres extraños. Ana Colomar, responsable de la Biblioteca, explica que han recurrido a la obra de Joan Castelló, el autor que más trabajó por la recopilación de estas historias populares, así como a la autora contemporánea Yolanda Boned, para recuperar a estos personajes. A la inaguración de esta muestra acudieron alrededor de una decena de niños que escucharon embelesados las explicaciones del dúo femenino Contelaire.

La leyenda dice que durante la noche de San Juan o la de Fin de Año, bajo el río de Santa Eulària y justo en el momento en que aparece el primer rayo de sol, nace una flor blanca que casi al mismo tiempo vuelve a desaparecer. Si alguien consigue cogerla en ese instante y la introduce en una botella negra, se le aparecerá un fameliar. Se trata de un ser muy feo que sólo estará contento si se le ofrece comida o trabajo. Tal es así que cuando hoy en día en un pozo se mezcla agua dulce y salada, la gente comenta que allí trabaja uno de estos seres, al que para tenerlo contento se le ordenó llenar un pozo con estos dos tipos de agua consecutivamente, en una tarea interminable. La única manera de conseguir librarse de él, es recitándole al oído una cancioncilla que, precisamente, ningún historiador recuerda.

Todos estos individuos proceden de la mitología, pero posteriormente han ido adquiriendo variedades según la zona geográfica en la que se transmitan estas historias. En Eivissa, por ejemplo, los crespells sólo se encuentran en la cueva de Buscastell. Si uno se acerca mientras hay luz, les encontrará durmiendo ya que únicamente salen cuando cae la noche. En las Pitiüses, para los niños, es el equivalente al Hombre del Saco. Todavía muchas personas, cuando se refieren a un niño muy inquieto y nervioso, comentan «parece que tienes un follet». Se trata, según la documentación, de una especie de espíritu, un poder mágico que en la exposición ha sido representado en forma de nube. Quien lo posee puede viajar alrededor del mundo sin que nadie le vea, e incluso volverse invisible.

El paseo continúa y los niños todavía deben conocer al barruguet . A primera vista es un personaje poco agraciado, con los pelos de punta, los brazos muy largos y la cabeza muy grande. Se dedica a hacer travesuras a la mujer de la casa, como cambiarle las cosas de sitio. Para pararle los pies hay que chantajearle con queso y pan. También es Vedrá tiene un lugar en este pequeño museo, porque allí vive un gigante que fue cazado por un pescador. Y es Portal Nou, pues en una casa cercana viven tres hadas. Según la rondalla popular, en una ocasión un jorobado les ayudó a recordar una canción y ellas en agradecimiento le quitaron la joroba y le entregaron monedas de oro.

Cuando su avaro hermano, enterado de la hazaña, quiso sacar también algo de provecho, lo que hicieron fue ponerle a él aquella joroba. La historia toca a su fin y sólo queda por conocer a las brujas, que no llevan escoba ni vuelan; y a al dragón de Sant Jordi, que conforma una de las historias más populares y de la que más libros se han escrito. Se alimentaba de doncellas, hasta que cuando sólo queda la princesa, el caballero de Sant Jordi acaba con él. Allí, en donde cayó su sangre, nació un rosal rojo.