Los alumnos de este curso trabajaron a tope durante toda la tarde de ayer poniendo en práctica todo lo aprendido. Foto: KIKE TABERNER

Quién ha dicho que no existe la magia en la cocina? Una corta visita a la preparación y posterior exhibición y degustación del buffete elaborado ayer por los catorce alumnos del Curso de Decoración de Buffetes, el último de este curso organizado en la Escuela de Hostelería de Blanca Dona, fue una prueba de ello.

Rabanitos convertidos en flores u hojas de las mismas tintadas en diferentes colores, calabazas con tallas figurativas, zanahorias con formas variadas, terrones de azúcar...todo comestible y todo válido y transformado para realzar los platos y conseguir que la comida entre al comensal al primer golpe de vista, algo que consiguieron en la degustación posterior a la exhibición de un trabajo de final de curso de sobresaliente en el que también se atrevieron con el esculpido de figuras de hielo.

A lo largo de las 60 horas que ha durado este curso impartido durante las dos últimas semanas por Iván Spínola, especialista en la decoración de buffetes, los alumnos han conocido y aprendido las distintas técnicas de plataje y presentación de alimentos. Desde la de pastillaje, a base de masa y terrones de azúcar glass, la masa de pan, chocolate o mazapán, materias primas con las que modelaron varias figuras entre las que destacó un tiovivo con motor incluido sobre el que se colocaron algunas de las delicias dulces y saladas elaboradas por los cocineros de este curso.

«La verdad es que todo lo que hemos aprendido es muy interesante. Lástima que sean tan pocas horas», comentaba Concepción, una de las alumnas de este curso en el que, según Toñi y Carmen, otras compañeras, «además de maña hace falta tener mucha imaginación para hacer cada montaje». Algo que demostraron todos en la cena que ofrecieron a sus invitados en la tarde-noche de ayer.