Un entierro en el que el muerto resulta estar vivo. Sus familiares y amigos hacen competiciones a ver quién llora mejor. Un repartidor de pizzas aparece en medio del velatorio para entregar la vianda que había encargado un hambriento fallecido. Un discurso sobre las virtudes del muerto que él mismo apunta... Todas estas situaciones disparatadas y cambios de papeles sólo se podían dar en una representación como la realizada el pasado viernes por la noche por los doce clowns que han participado en el último curso impartido por Eric de Bont en su centro de Sant Josep.
El Bont's Escuela Internacional de Clown cierra su curso con un atípico sepelio
Las lágrimas que soltaron ayer los doce payasos de la Escuela de Eric de Bont no fueron para nada amargas
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