Antes la gente veía al cielo y conocía los nombres de todos los planetas, las constelaciones y leía las distintas formaciones de estrellas. En la actualidad el ritmo de vida apenas deja tiempo de ver al cielo y mucho menos en horas nocturnas, las idóneas para realizar observaciones astronómicas como la primera que realizaron ayer los alumnos del curso de iniciación a la Astronomía organizado por la CAM en colaboración con el Àrea de Joventut del Ayuntamiento de Sant Josep.

Rubén García junto a Luis Medina son los monitores que hasta el jueves impartirán las clases teóricas y prácticas a un grupo de vecinos de la localidad de todas las edades que se han apuntado a este curso para el que la Obra Social de la CAM ha desplazado hasta Sant Josep una unidad móvil de observación celeste denominada «Cosmobús», lugar en el que los aficionados a leer y ver estrellas harán sus primeros pinitos.

La clase de ayer sirvió para realizar la primera toma de contacto de los alumnos con Rubén García, quien centró su explicación en la historia de la Astrología a través del visionado de una serie de imágenes celestes en las que se encontraban situados los distintos planetas del sistema solar para que los asistentes comenzasen a familiarizarse con la ubicación de cada planeta. «Es importante que todos conozcamos los itinerarios celestes para aprender a ubicarnos y orientarnos mirando las estrellas», resumió el profesor mientras mostraba los movimientos de los planetas a través de un mapa del cielo.

Una de las explicaciones de la primera clase teórica giró en torno a la diferencia que existe entre las estrellas fijas, «aquellas que aparentemente no se mueven», y los planetas, «las estrellas que se mueven», algo lógico y cotidiano para nosotros y que costó mucho diferenciar a nuestros antepasados en la antigüedad, verdaderos especialistas en leer el cielo y localizar las distintas constelaciones. La primera clase constó también de una parte práctica en la que los alumnos se familiarizaron con el distinto instrumental astronómico y comenzaron a entrever en el cielo constelaciones tan conocidas como la de Orión, Tauro, Cáncer o Leo, unidas por puntos y líneas imaginarias.