Bernardo Blanco es misionero claretiano desde hace más de cuatro décadas. Desplazado en 1954 a Guinea Ecuatorial y en 1977 a Filipinas, este zamorano de nacimiento no recordaba, hasta hace unas semanas, cómo era el invierno. «Estoy acostumbrado a vivir en clima tropical durante todo el año y la verdad es que no me gusta el invierno. Tienes que ponerte demasiada ropa y resulta incómodo», explica. Bernardo se encuentra estos días en Eivissa invitado por Manos Unidas para dar a conocer los proyectos que esta organización ha llevado a cabo en los últimos años en este país y los proyectos más inmediatos. «Es la primera vez que vengo a Eivissa», confesó, «y he venido a dar a conocer la novela de mi vida», bromeó.
Misionero de esperanza
Bernardo Blanco se encuentra estos días en Eivissa para dar a conocer los proyectos de Manos Unidas en los que ha cooperado
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