El campanario de la iglesia estuvo vigilado por las nubes grises.

Santa Gertrudis pudo disfrutar del día más importante del programa de fiestas sin la presencia de la lluvia que jornadas atrás forzó la suspensión de numerosos actos previstos y redujo la capacidad de convocatoria en otros, como la inauguración de la plaza nueva. Sin embargo, y al ser un día laborable, el homenaje a la patrona de la localidad se desarrolló sin la presencia de mucho público y bajo unos parámetros diferentes a los que suelen marcar las citas folklóricas en las Pitiüses. Con todo, Santa Gertrudis recibió el apoyo de sus fieles.

Por enésimo día, el cielo encapotado no invitaba a sumarse a un acto festivo. La jornada comenzó con la lluvia que se ha encargado en la última semana de ir descafeinando los actos festivos en Santa Gertrudis de Fruitera. La Comisión de Fiestas decidió seguir adelante, con la salvedad de que el castillo de fuegos artificiales no se encendería hasta el próximo día 25 por motivos de seguridad. A esa fecha también se trasladarán las galas que dejaron de lucirse en la de ayer. Autoridades y feligreses cogieron del armario sus mejores vestidos, pero el resto de ingredientes no se ataviaron de fiesta. Fue el caso de la colla de ball pagès, que actuó con trajes de calle ante la imposibilidad de recurrir al traje tradicional por el mal tiempo.

Las celebraciones religiosas ocuparon la primera parte de la convocatoria festiva. La misa solemne se prolongó por espacio de algo más de una hora, a pesar de que el recinto religioso no tuvo el llenazo de otras ocasiones. Al finalizar la misma, los asistentes comprobaron otro detalle inédito. Y es que el recorrido de la procesión fue más corto de lo normal. Así lo habían decidido los responsables de la organización, quienes no sólo trasladaron al día 25 el castillo de fuegos artificiales, sino que también lo hicieron con el recorrido ordinario de la comitiva religiosa. Una fecha que se convertirá en una especie de segundo tiempo de la jornada grande de fiestas, a la espera de que la meteorología se porte bien con los habitantes de Santa Gertrudis, acostumbrados ya al agua y al viento.