Los escaparatistas Antonio y Tanit Rubinos vistos desde el otro lado del cristal. Foto: V.F.

Son padre e hija y forman un tandem de escaparatistas que trabaja para distintos establecimientos de la isla. Los artículos de moda centran la mayor parte de sus encargos y obras de un arte que ambos califican de «efímero», y que tiene una gran importancia para la buena marcha de un comercio. «El primer impacto visual de las tendencias, los colores y las formas lo aporta el escaparate», explica Antonio. «Es la primera imagen que da un comercio», añade Tanit.

Autodidacta él, con una experiencia de 27 años a sus espaldas y con la licenciatura de Bellas Artes bajo el brazo de Tanit, los Rubinos trabajan en equipo en el montaje de numerosos escaparates. «Normalmente es un conjunto que tiene que acabar siendo un cuadro visual armónico», detalla Antonio. «Aunque a veces también buscamos algo que rompa», puntualiza Tanit. «Depende del tipo de comercio y del público de dicho establecimiento», dice Antonio.

Sin encasillarse en ninguna corriente, padre e hija confiesan seguir las últimas tendencias: « Lo que impera es el minimalismo y ahora jugamos con la luz y pocos objetos para no recargar», explicó Tanit.

Los escaparates de Zara, Vinçon o Camper son algunos de los puntos de referencia preferidos por Antonio Rubinos, quien junto a su hija procura estar al corriente de lo que sucede en Madrid y Barcelona con alguna visita, y en el resto del mundo a través de publicaciones especializadas. «Procuramos adelantarnos a las tendencias, por eso tenemos un almacén y, más que reciclar, disfrazamos muchas de las piezas», explicó Tanit. «El escaparate es como el cicerone de un museo, explica y da información, y su idea es llamar la atención con el cambio», resumió Antonio.

«Una pantalla de televisor abierta a la calle»
«Montar un escaparate es lo mismo que hacer un cuadro o una decoración de una casa. Los elementos con que trabaja la técnica escaparatista son los mismos: el espacio, la composición, el cromatismo y la luz», resumió Antonio. «Todo esto hay que combinarlo para que tenga un efecto positivo en el cliente o en el posible cliente. El escaparate es como una pantalla de televisor abierta a la calle», puntualizó este escaparatista. El resultado final se consigue después de la selección del material teniendo en cuenta alguna vez de los intereses del comerciante.