El Festival Club lleva alrededor de tres décadas abandonado. Con
forma de anfiteatro romano y ubicado en lo alto de una colina de
Sant Agustí (Sant Josep), apenas funcionó un par de años como
establecimiento donde se combinaban sus facetas de rancia
boite-discoteca, plaza para novilladas y casposos espectáculos. En
ruinas, hasta hace poco aún se podían encontrar mezclados entre los
cascotes y el barro los tickets que adquirían los turistas, que
llegaban allí tras recorrer un pedregoso y empinado camino de
cabras.
Poco a poco, las gradas y techos se han derruido, mientras que
los pinos revientan inexorablemente el hormigón para recobrar el
espacio que el hombre les quitó antaño. Precisamente, esta es la
mejor solución que plantea para esos restos el concejal de
Urbanismo de Sant Josep, José Marí Ribas, Reganes: que los árboles
los engullan. «Ignoramos quienes son los propietarios, a pesar de
que llevamos años intentándolo resolver», explica. Por esa razón ni
siquiera se ha abierto un expediente para demoler la instalación y
acondicionar la ladera, ya que de hacerlo y no encontrarse a los
dueños sería la propia institución la que acarrearía con los
enormes gastos que supondrían esas obras.
«No sé si será mejor dejarlo así y que los pinos vayan creciendo
y tapando las ruinas que demolerlo, ya que esto último quizás
causaría un impacto ambiental más grande que dejarlo en la
situación en la que se encuentra actualmente», indica el concejal
de Urbanismo. Los pinos y las matas, efectivamente, se emplean a
fondo año tras año en esa contundente labor de zapa, aunque
difícilmente borrarán de la faz de esa colina de Sant Agustí los
restos de un local que fue la meca de lo hortera.
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