Imagen de la estancia de Soraya en Eivissa durante la década de los 70.

La noticia de la muerte de Soraya, un símbolo de la melancolía que puede producir un amor desgraciado, ha removido la memoria de los amantes del papel couché, solidarizados con el fatal destino de la repudiada emperatriz de Irán. En su deambular constante en pos del imposible olvido, Soraya Esfandiary Battiary también recaló por Eivissa, al menos una vez, aunque es posible que fueran más. De ésa ocasión en concreto sí hubo un testigo solvente que ha dado fe de ello, el reconocido relaciones públicas internacional Carlos Martorell.

Aunque no pudo concretar la fecha, el autor de «Réquiem por Peter Pan», explicó a este periódico que fue «a los pocos años de abrirse el Ku, sobre finales de los 70. Vino a pasar una semana de vacaciones, acompañada por su inseparable prima Shari». «Estuve con ella en una cena en Cala Pada, que le ofrecieron los duques Leopoldo y Silvia Serra di Cassano», recordó Martorell, quien a lo largo de los años tuvo ocasión de tratarla en varias ocasiones. «Siempre me pareció una mujer muy triste por el destino que tuvo; nunca se rehizo del trauma del repudio del Sha». En sus días ibicencos, la llamada «princesa de los ojos tristes», trataba «al grupo jet set que había entonces; como Michael Piarson, del Financial Times, o el príncipe de Hannover, cuando estaba casado con Chantal y alquilaban una casa en Jesús».

La última aparición pública de Soraya fue el 18 de agosto en Marbella, «en la fiesta que organicé para un multimillonario judío, Judas Binstock, y a la que asistieron 600 personas». «Ya se la veía muy enferma, iba con bastón y tuve que acompañarla hasta la mesa», precisó Martorell.