El Instituto Balear de Saneamiento (Ibasan) prepara un proyecto,
que debe aprobar el consejo de administración en noviembre, por el
que se actuará de forma integrada en las tres fases del tratamiento
de las aguas residuales de Eivissa con el objetivo de eliminar los
malos olores. La previsión de gasto es de 150 millones de pesetas y
la condición principal que se incluirá en el pliego de condiciones
es la de que «si huele no se cobra».
De esta forma, el Ibasan pretende obtener una garantía de que el
tratamiento elegido funcionará. Dado que la premisa es insólita,
los responsables del ente público realizaron una serie de contactos
con empresas especializadas para saber si estarían dispuestas a
presentarse a un concurso con esa condición. Al menos tres,
afincadas en Francia e Italia, contestaron afirmativamente.
Con el estudio olfatométrico en la mano, los responsables del
Ibasan vieron la necesidad de elaborar un proyecto que actuase
sobre las tres fases del tratamiento de agua. La inversión se
acercará a los 150 millones de pesetas, donde se incluye la
desodorización del sistema primario y secundario (más de 50
millones de pesetas); cubrimiento del terciario (60 millones) y
desodorización del terciario, además de actuaciones sobre los
fangos (otros 30 millones).
La empresa adjudicataria del proyecto tendrá un año para
demostrar que el sistema funciona. Si acabado ese plazo el
resultado es positivo, entonces y sólo entonces recibirá el dinero
acordado. Según explicó ayer el director general de recursos
hídricos del Govern, Antonio Rodríguez Perea, «los sistemas de
desodorización del sistema primario son insuficientes y están
anticuados». «Pero el principal problema es que las aguas
residuales tardan demasiado tiempo en llegar a la depuradora, con
lo que llegan muy sépticas y deterioradas», aclaró.
Propuesta para duplicar el emisario
Los representantes del Ibasan se reunieron ayer con la concejala de
medio ambiente del Ayuntamiento de Eivissa, Marta Roldán, para
tratar con otro grave problema que afecta a la planta depuradora de
Eivissa. Se trata del atasco de agua que se produce en la planta
cada vez que hay tormenta. Para ello se ha planteado a Roldán la
duplicación del emisario que llega al mar y que en la actualidad se
ve desbordado con los pluviales. «Ahora, cuando hay tormenta y el
emisario no puede más, se hacen vertidos en sa Llavanera.
Duplicándolo se evitaría esto, ya que la separación total de la red
es mucho más difícil», explicó.
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