MARCO TORRES El Instituto Balear de Saneamiento (Ibasan) prepara un proyecto, que debe aprobar el consejo de administración en noviembre, por el que se actuará de forma integrada en las tres fases del tratamiento de las aguas residuales de Eivissa con el objetivo de eliminar los malos olores. La previsión de gasto es de 150 millones de pesetas y la condición principal que se incluirá en el pliego de condiciones es la de que «si huele no se cobra».

De esta forma, el Ibasan pretende obtener una garantía de que el tratamiento elegido funcionará. Dado que la premisa es insólita, los responsables del ente público realizaron una serie de contactos con empresas especializadas para saber si estarían dispuestas a presentarse a un concurso con esa condición. Al menos tres, afincadas en Francia e Italia, contestaron afirmativamente.

Con el estudio olfatométrico en la mano, los responsables del Ibasan vieron la necesidad de elaborar un proyecto que actuase sobre las tres fases del tratamiento de agua. La inversión se acercará a los 150 millones de pesetas, donde se incluye la desodorización del sistema primario y secundario (más de 50 millones de pesetas); cubrimiento del terciario (60 millones) y desodorización del terciario, además de actuaciones sobre los fangos (otros 30 millones).

La empresa adjudicataria del proyecto tendrá un año para demostrar que el sistema funciona. Si acabado ese plazo el resultado es positivo, entonces y sólo entonces recibirá el dinero acordado. Según explicó ayer el director general de recursos hídricos del Govern, Antonio Rodríguez Perea, «los sistemas de desodorización del sistema primario son insuficientes y están anticuados». «Pero el principal problema es que las aguas residuales tardan demasiado tiempo en llegar a la depuradora, con lo que llegan muy sépticas y deterioradas», aclaró.

Propuesta para duplicar el emisario
Los representantes del Ibasan se reunieron ayer con la concejala de medio ambiente del Ayuntamiento de Eivissa, Marta Roldán, para tratar con otro grave problema que afecta a la planta depuradora de Eivissa. Se trata del atasco de agua que se produce en la planta cada vez que hay tormenta. Para ello se ha planteado a Roldán la duplicación del emisario que llega al mar y que en la actualidad se ve desbordado con los pluviales. «Ahora, cuando hay tormenta y el emisario no puede más, se hacen vertidos en sa Llavanera. Duplicándolo se evitaría esto, ya que la separación total de la red es mucho más difícil», explicó.