«¿Todo lo que llevan colgado es oro?. Yo pensé que era bisutería», decía ayer sorprendida Paqui, una barcelonesa que aterrizó ayer en Eivissa en compañía de su marido. Ellos, junto a varias decenas de turistas de origen nacional y europeo siguieron de cerca los actos de la segunda jornada de celebración del Día del Turista en Eivissa que ayer se trasladaron a la plaza de ses Figueretes.
La Colla Sa Bodega fue la encargada de amenizar el acto presentado por el concejal de Turisme del Ayuntamiento de Eivissa, Maurici Cuesta, quien explicó en catalán e inglés a los presentes el significado de la celebración e invitó a todos los presentes a degustar bunyols, herbes y frígola. Después de seguir atentamente la actuación de ball pagès los turistas dieron cuenta enseguida con los 12 kilos de bunyols mientras el propio Cuesta y otros colaboradores obsequiaban a los presentes con cuatrocientos claveles, dando el toque de color a un acto que se repitió también en Sant Josep y Sant Joan.
En esta ocasión el acto de homenaje a un trabajador de la hostelería quedó anulado debido, según explicó Cuesta, «a que no hemos encontrado a ninguna persona». Los josepins ofrecieron vi pagès, sobrasada y todo tipo de viandas y delicias durante toda la mañana en la plaza de la iglesia donde los turistas tuvieron la posibilidad de plasmar sus impresiones de manera plástica en un lienzo colocado para la ocasión en uno de los ángulos de la plaza.
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