La micropigmentación, más conocida como maquillaje permanente, se ha convertido en los últimos años en una técnica estética de grandes aplicaciones. Fundamentalmente consiste en un microimplante de pigmentos hipoalérgicos (tintes especiales que no producen alergias) en las capas superficiales de la piel mediante una técnica indolora para la que se utilizan una serie de máquinas especiales que trabajan el implante del tinte a través de finísimas agujas debajo de la piel.

Belén Blázquez, propietaria del centro capilar y corporal Belmar de Sant Jordi, explica el funcionamiento del sistema y ventajas del maquillaje permanente entre su clientela. «La micropigmentación da seguridad y siempre implica un beneficio a la persona que se la hace», comenta. «Es importante que el paciente que decida someterse a este tipo de tratamientos acuda a un centro homologado en el que los micropigmentadores estén titulados, porque hay mucha gente que se ha sometido a estos tratamientos y le han hecho auténticas barbaridades», explica.

En los últimos años la micropigmentación no ha parado de evolucionar y sofisticarse hasta el punto de realizar trabajos cuyos resultados parecen a la vista auténticas reconstrucciones en distintas partes del cuerpo. Entre sus aplicaciones, además de las estéticas como la del maquillaje de ojos y labios y los tatuajes, están las correctivas como alopecias, calvas, cicatrices o la reconstrucción de aureolas mamarias.

«Una de las últimas investigaciones ha conseguido tapar las estrías, al igual que las manchas de nacimiento», explica Belén al comentar los avances de la técnica, en principio femenina de la que cada vez son más asiduos los hombres: « Son muchos los que vienen a definirse el labio y a corregírselo si lo tienen torcido, y, a diferencia de las mujeres, son clientes mucho más constantes y obedientes, ya que siguen todas las indicaciones al pie de la letra», señala Belén.