Puntual a su cita con los fieles y menos con los turistas y curiosos que ayer coincidieron en la plaza de la iglesia por casualidad para unirse a la fiesta, Sant Agustí volvió a ser protagonista en el día de su celebración. La Plaza Mayor de Sant Agustí recibió a todos los presentes en el lugar con el dulzón aroma a garrapiñada recién hecha típica de las fiestas de pueblo como anticipo de la llegada de la noche y la verbena. La misa solemne en honor al patrón de esta pequeña localidad de Sant Josep comenzó pasadas las 19'00 horas reuniendo a decenas de personas que abarrotaron el templo al que acudieron distintas autoridades de la isla, entre ellas la consellera de Cultura Fanny Tur, el conseller de Turisme, Josep Marí Ribas y varias autoridades locales, entre ellas la responsable de Cultura, Encarna Castro.

La ceremonia en honor San Agustín la presidió el obispo de la diócesis de Eivissa y Formentera, Agustín Cortés, que contó con el acompañamiento del coro parroquial y la Colla des Vedrà en los momentos más importantes de la ceremonia. Una vez concluido el oficio religioso las trece imágenes de santos y vírgenes del templo salieron en procesión al ritmo de las campanas realizando el corto recorrido por las proximidades del templo en el que los miembros de la Colla des Vedrà portaron las únicas imágenes engalanadas con flores correspondientes a Santa Mónica y San Agustín.

La actuación de la agrupación folklórica delante de la iglesia casi al anochecer, puso punto y final a los actos principales de la tarde con un repertorio en el que bailaron grandes y pequeños bajo la admiración de sus vecinos y familiares y la curiosidad de los numerosos turistas que aprovecharon la ocasión para grabar en vídeo la actuación o inmortalizarla a través de imágenes fotográficas.

El viento, que provocó que las típicas cintas de colores que engalanan la plaza de la iglesia emitiesen un sonido sempiterno a lo largo de toda la tarde y noche, hizo que la estancia en el lugar fuese más agradable, sobre todo durante y después de la degustación de bunyols, orelletes y vino dulce ofrecida por los obreros parroquiales de Sant Agustí, que precedió la actuación musical de la noche que reunió a numeroso público en el recinto de fiestas. La tradición volvió a protagonizar el día de San Agustín.