Los mochileros que llegan a Eivissa normalmente buscan hostales baratos. Foto: KIKE TABERNER

Centenares de turistas llegan cada día a Eivissa confiando en encontrar un lugar donde alojarse. La mayoría ha comprado en su país un billete de última hora a buen precio y está convencido de que algo encontrará cuando aterrice en la isla. Así lo certifican en la oficina de información turística del Consell, ubicada en el puerto de Eivissa, donde más de la mitad de las consultas que se reciben en agosto corresponden a personas que preguntan por hoteles, apartamentos u hostales donde pernoctar.

Esta oficina atiende estos días a una media de entre 500 y 600 personas, aunque ha habido jornadas en las que se han alcanzado las 640 solicitudes de información. De éstas, al menos unas 300 diarias corresponden a turistas que no tienen alojamiento. «Intentamos indicarles las zonas que pensamos que en cada momento tienen menos ocupación. Pero no todos piden lo mismo. Los italianos, por ejemplo, prefieren los apartamentos. Los mochileros, los que vienen por la marcha nocturna, lo que quieren son hostales baratos. Normalmente, los del centro de Eivissa están saturados así que les recomendamos los de zonas como ses Figueretes», explica una de las encargadas de este servicio al turista.

Debido a que este problema se ha convertido en los últimos años en una constante, la oficina de información cree que sería muy útil que el sector turístico se decidiera a abrir una central de reservas que pudiera vehicular de forma rápida y efectiva estos centenares de peticiones diarias. De hecho, en la oficina de información turística el visitante no obtiene nunca una reserva, sólo se le puede dar un listado de establecimientos con sus respectivos teléfonos y las recomendaciones de las empleadas.

En lo que va de temporada, la oficina ha detectado que los turistas son, cada vez, de nacionalidad más variada. Además de los habituales ingleses, alemanes, franceses o italianos, este año se ha detectado una importante presencia de americanos, canadienses, rusos, croatas e, incluso, japoneses. Las empleadas de la oficina se comunican con ellos a través de los siete idiomas que dominan y aseguran que no hay problemas porque la mayoría habla inglés o alemán, lenguas en las que reciben los folletos al no editarse en idiomas más minoritarios.