Los guardias se emplearon a fondo para evitar las situaciones de peligro. Foto: KIKE TABERNER

El tramo de las discotecas se volvió a convertir ayer, por enésimo jueves consecutivo, en una ratonera para los conductores que entre las siete y las 10 de la mañana se dirigían a Eivissa. En algunos momentos se necesitaron hasta 10 minutos para recorrer un solo kilómetro de la carretera Eivissa-Sant Antoni. Y todo pese a que por primera vez en lo que va de temporada la Guardia Civil intervino para poner orden en ese punto negro de la red viaria, siguiendo la recomendación de la directora insular de la Administración General del Estado, Marienna Sánchez-Jáuregui.

Seis guardias (dos en motocicleta, dos en un vehículo camuflado y otros dos en una furgoneta) fueron destinados al punto clave del atasco a las 07'40 horas, donde permanecieron hasta las 08'50 horas. Nada más llegar, los efectivos anotaron las matrículas de los vehículos estacionados en el arcén, alrededor de una docena, ya que suponían un obstáculo para el tránsito fluido. También evitaron, en lo posible, que los jóvenes que salían de la discoteca cercana abordaran en medio de la calzada a los taxis o, incluso, a los autobuses.

Las retenciones comenzaron a ser colosales desde las 07'25 horas, cuando ya había problemas para circular en dirección a Eivissa debido a los numerosos coches que salían de la sala de baile, así como por la avalancha de clubbers que se dirigía a las dos paradas de autobús, situadas a 50 metros de una de las salidas. Media hora después, una hilera de gente caminaba por el arcén derecho en dirección a sa Coma.

Durante una hora, la Guardia Civil reguló el tráfico para que los vehículos que salían de la discoteca no provocaran accidentes. Pero cuando a las 08'50 horas los guardias levantaron el dispositivo, el caos volvió a apoderarse del lugar: los conductores no dudaban entonces en efectuar peligrosos giros, mientras los peatones desafiaban su suerte asaltando los vehículos que circulaban por la carretera.