«A mí me gusta este mundillo», confesaba Pepa, una murciana afincada en Eivissa desde hace más de 30 años que no se perdió ayer ninguno de los actos con motivo de la fiesta de Sant Ciriac. Pepa no cesaba de abanicarse ni un momento durante la misa en la Catedral. El calor era incesante, propio de estas fechas, y hasta los sacerdotes que concelebraban la misa con el obispo de la Diócesis, Agustín Cortés Soriano, sucumbieron a las altas temperaturas y se abanicaban. Los que no disponían de un abanico a mano -no fue el caso del senador Enrique Fajarnés que iba provisto de uno oculto estratégicamente en su chaqueta- hicieron buen uso de los programas de fiestas que se entregaban a la puerta de la Catedral de Eivissa.

Joan Marí Tur Botja no quiso perderse la fiesta y se trasladó ayer ex profeso de Formentera a Eivissa para asistir a los actos oficiales de la fiesta. Su hermano, el alcalde de Sant Antoni, Antoni Marí Tur, y el de Sant Joan, Antoni Marí Marí, tampoco faltaron al evento, aunque se echó en falta al ex presidente del Consell Insular, Antoni Marí Calbet, y a los alcaldes de Santa Eulària, Vicent Guasch, y al de Sant Josep, José Serra Escandell.

A más de uno las altas temperaturas le jugaron una mala pasada, como fue el caso del alcalde de Eivissa, Xico Tarrés, que a punto estuvo de darle un vahído, cuando se encontraba presenciando los actos en la Plaza del Ayuntamiento. En las filas del Pacte predominaba el rictus serio, tal vez por cuestiones de protocolo, salvo el de la vivaracha Fanny Tur o la presidenta del Consell Insular, Pilar Costa, que salió airosa de un traspiés al dirigirse a la ofrenda de flores. En su discurso, Costa tuvo memoria histórica y no olvido mencionar al primer presidente del Consell Insular, Cosme Vidal, artífice de este evento ya que impulsó la declaración del Vuit d'Agost como Festes de la Terra.

Se echó en falta la presencia de figuras representativas del Govern, salvo al conseller d'Interior, el ibicenco Josep Maria Costa, hermano de la presidenta, o Tomás Méndez. Algunos políticos hicieron doblete, como fue el caso de Antoni Marí Rota. A las diez de la mañana participó en la ofrenda de flores a Guillem de Montgri, como representante de ENE. Una hora más tarde, vestido con el traje de ball pagès, participó en la misa como miembro, fundador, de la colla de sa Bodega. Él fue quien cerró los actos en la plaza del Ayuntamiento con un uc. La identidad de la tierra y el sentimiento de autonomía era una de las frases más repetidas en los discursos de estos días pero, curiosamente, el concierto ofrecido por la Banda de Música de la Ciutat de Eivissa no paró de tocar piezas de pasodoble español.