A los caminos de Eivissa les han salido vallas como setas. En sólo
una semana, han salido tres casos a la palestra, dos en Sant Antoni
(Punta Galera, Cala Salada) y uno en Santa Eulària (Roca Llisa). En
Cala Salada, un propietario decidió colocar dos pilones y una
cadena (que fueron retirados por la Policía local tras una denuncia
de los vecinos) para cerrar el camino que conducía a Cala Saladeta,
harto de que los turistas aparcaran allí sus coches y le impidieran
colocar el suyo, para el que ha pedido al Consistorio la concesión
de un vado.
Según explica la concejala de Urbanismo, Blanca Castiella, ese
camino es, en realidad, propiedad de la finca colindante, aunque su
vecino disfruta de servidumbre de paso: «Durante muchos años, ese
vial ha estado abierto, y era utilizado por la gente que iba a Cala
Saladeta a bañarse o a las casetas varadero. Ahora, el dueño quiere
que se cierre».
El pasado 30 de julio, Estela Bence, miembro de la directiva de
Els Verds, denunció esta circunstancia ante el Consistorio de
Portmany y pidió que se restableciera el «orden natural» de esa
zona. La concejala Castiella explicó que está pendiente de que los
servicios jurídicos del Consistorio concluyan un informe al
respecto para aclarar si ese camino debe permanecer abierto (puesto
que finaliza en el mar) o si se puede cerrar por ser privado.
Respecto al caso de Punta Galera, la propia Blanca Castiella y
el alcalde, Antoni Marí Tur, dieron pistas en el pasado pleno: el
Consistorio no puede hacer nada allí porque se trata de una
urbanización y un vial absolutamente «privados»: «Puede permanecer
cerrado, ya que no da acceso a ninguna otra propiedad ni da paso a
ninguna zona pública», se indica en un documento del Ayuntamiento
remitido al denunciante. La solución a ese conflicto «se deberá
solucionar en los tribunales civiles», advierte Castiella.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Periódico de Ibiza y Formentera
De momento no hay comentarios.