Nació en Sant Rafel en noviembre de 1928. A los 23 años (el 17 de junio de 1951) el por entonces obispo de la diócesis de Eivissa y Formentera, Antonio Cardona Riera, le ordenó sacerdote en la Catedral de Eivissa. Su localidad natal le ofrecerá mañana a las siete de la tarde en la parroquia por cumplir las bodas de oro un homenaje, al que se sumarán representaciones de otras iglesias cristianas: la evangélica «Danke», de habla alemana, y un coro de la anglicana que interpretará dos piezas musicales en su honor.

Comenzó el periplo parroquial fruto de las costumbres de la época de su infancia, en la que cuando alguien era pequeño le intentaban captar para la vida en el seminario. En marzo de 2002 cumplirá a su vez el 25 aniversario en la parroquia de Sant Rafel. No le gustan celebraciones como la de mañana porque no tiene afán de protagonismo, aunque agradece el detalle a sus paisanos. Josep Planells Bonet, un hombre, ante todo, amante de la isla que le ha visto nacer y crecer como sacerdote.

«De pequeño me 'chuparon' para esta vida. Todo comenzó en el seminario. Algunos amigos también se fueron a estudiar allí como mucha gente del campo que quería estudiar y no se podía permitir pagar una fonda en Eivissa. En el seminario podías estar en régimen de internado y poco a poco te iba gustando el estilo. Allí fue donde se despertó mi vocación, la cual se ha ido desarrollando con el tiempo. Una vocación no se perfila en un santiamén». Josep Planells explica cómo dio el paso para ordenarse como sacerdote. Su primer destino parroquial fue Sant Vicent de donde, confiesa, «había que acceder por un camino de piedras por el que sólo se podía llegar a Sant Joan caminando. Una hora se tardaba en terminar el recorrido».

En Sant Vicent estuvo poco tiempo, ya que el obispado luego le envió a Sant Francesc de ses Salines. Allí permaneció seis años hasta que en 1957 el destino le condujo a Jesús. Su mayor periplo fuera de Sant Rafel lo vivió en Sant Carles, donde se hizo cargo de la parroquia desde 1959 hasta 1977. Asegura que los jóvenes de hoy no difieren mucho de los de antaño en cuanto a religiosidad, «aunque antes se pedía menos que hoy. Si querían hacer la confirmación no asistían a las catequesis actuales. El que no daba ese paso a lo mejor era porque no tenía un traje bueno». Por último destaca que nunca se le ha pasado por la cabeza casarse: «Me he enamorado muchas veces pero no he pensado nunca en casarme. Admiro las cualidades de la mujer, pero no hasta ese punto. Tengo muchos fallos pero a la vez una creencia sólida adquirida en el seminario».