El Paseo de Vara de Rey volvió a ser el punto de reunión de la ciudad de Eivissa. FOTO: MARGA FERRER.

Regala una rosa, regala un libro. Este fue el mensaje que encabezó el Día del Libro en Eivissa, cuyo centro neurálgico se localizó en el paseo Vara de Rey. Desde primera hora de la mañana, los viandantes tuvieron la oportunidad de acceder a la posibilidad que presentaba el día de Sant Jordi y de que los escritores de la isla les firmaran los ejemplares en la carpa habilitada para tal efecto. La jornada en que los libros salen a la calle y por tradición a todo el mundo se le despierta una curiosidad que no se hace manifiesta durante el resto del año, recibió la respuesta de autores, curiosos, expertos, niños, profesores y alumnos de todas las edades.

«No me queda más remedio que leer a diario porque es mi trabajo, pero eso no quita que tenga mis gustos personales. Me decanto más por la narrativa actual y por la poesía». Así exponía Marga, profesora de literatura sus gustos literarios. Y es que ayer cada persona que visitó el certamen presentaba disparidad de gustos. Además, el motivo de la presencia de cada uno iba desde el que acudía sin la intención de comprar nada y terminaba adquiriendo más de un ejemplar hasta el que acudía con la idea premeditada de conseguir un título del que le habían hablado mucho y tenía ganas de leer.

El mayor sentido a la jornada se lo imprimieron las parejas que correspondieron al mensaje de la convocatoria. Aunque no siempre la rosa fue a parar a manos de la mujer y el libro a las del hombre. Con el paso de los años las tradiciones se ajustan a los nuevos tiempos y por ello se pudo comprobar que no son incompatibles las rosas y los libros en función de los sexos. Ambos perfiles pudieron disfrutar además de las actividades paralelas organizadas bajo la carpa municipal por el Consistorio. El público se pudo implicar en un taller de puntos de lectura que permaneció a su disposición hasta las nueve de la noche. Allí también quedó instalada una carpa en la que se procedió a la lectura de poemas y cuentos por sus respectivos autores y una tarima en la que los artífices de los libros atendieron las demandas de sus lectores dedicándoselos.