La vaca que la semana pasada dió positivo en el primer test para detectar la encefalopatía espongiforme bovina nació hace nueve años en Menorca, en la explotación «Hort de Llucatx» de es Mercadal, su madre fue importada de Alemania junto con otras catorce reses más y fue vendida en 1994 a la explotación «Santa Eulàlia», según confirmó Vicente Garau, primer propietario del animal.

Garau dirigía la explotación «Hort de Llucatx» en 1991 y había comprado una partida de 15 vacas en Alemania en el año 1985 siendo, una de ellas, la madre del animal que ha dado positivo en el laboratorio de Algete, (Madrid) y cuyo análisis tiene que ser ratificado por el laboratorio de referencia de Zaragoza. El hecho de que Garau cerrara la explotación en 1995, cuando tenía más de 160 reses dedicadas a la producción láctea, ha dificultado las labores de investigación de los técnicos del Govern encargados de determinar su procedencia, ya que se ha perdido la pista de muchas de ellas y de sus descendientes.

Cabe destacar, en este sentido, que el primer propietario vendió todos los animales en Menorca y que a lo largo de su vida la «polémica» res ha tenido al menos seis crías, la última de ellas el pasado mes de enero. Algunos de estas reses, ayer se hablaba de cuatro, ya están inmovilizadas por las Consellerias de Sanitat y de Agricultura y el resto entró en la cadena alimenticia. Sin embargo la entrada de estos animales en el mercado no supone ningún peligro para los consumidores ya que a la edad de sacrificio, 12 meses, la vaca aún no ha desarrollado la enfermedad.

Al parecer, según Garau, la vaca fue alimentada con piensos animales, que en aquella época eran legales. «Nosotros comprábamos el alimento a empresas catalanas y suponíamos que habían pasado los controles necesarios. Como quiera que las harinas animales estaban permitidas para los rumiantes hasta el año 1994 no hemos hecho nada mal. Nosotros actuamos legalmente y ahora nos quieren culpar de todo lo que pasa cuando somos los principales perjudicados», aseguró.