Reponsables del Ministerio de Medio Ambiente y del Obispado de las
Pitiüses firmaron en 1997 un convenio para la rehabilitación de la
casa parroquial de Sant Francesc de ses Salines con el objeto de
convertirla en centro de acogida para visitantes de la Reserva
Natural y para el cuidado de especies protegidas. La iniciativa, a
la cual se asignaba 50 millones de pesetas, fue acogida con
satisfacción tanto por los ecologistas como por la Iglesia, en este
último caso por la urgencia de reformar una vivienda de más de 200
metros cuadrados en estado de semiabandono y afectada gravemente
por el salitre y la humedad.
Tres años después el párroco de Sant Francesc, Francisco Torres,
aún espera que le llamen desde el Ministerio que dirige Jaume Matas
para comunicarle el inicio de las obras o que éstas se han anulado
definidamente. Torres, también miembro de la Comisión de Patrimonio
del Consell Insular, explica que lo peor del caso es que dado que
ya se había asignado un uso a la casa parroquial el Obispado
renunció recientemente a ejecutar otro tipo de reformas en el
edificio: «Por ejemplo, se podía haber incluido en el último plan
de rehabilitaciones que ha elaborado el Consell Insular, pero no se
hizo porque ya estaba hecho el proyecto de la casa de acogida».
El Grup d'Estudis de sa Naturalesa (GEN) denunció esta semana
esta situación de abandono del proyecto, que afecta tanto a la
Reserva como a un edificio del patrimonio eclesiástico. En estos
momentos, la vivienda sirve como almacén: «No podemos estar así por
los siglos de los siglos -comenta el párroco- y dejar que aquello
acabe por caer. Si aplazan indefinidamente el proyecto habrá que
buscar otra solución».
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