Q uién dijo que los juguetes que usen los pequeños tienen que conllevar un gasto excesivo. La era de los productos reciclados no podía olvidarse de estos útiles que usan los niños e identifican con las navidades. Las campañas publicitarias no incluyen ingenios de la creatividad como los que se expusieron ayer en el gimnasio del colegio Urgell de Sant Josep. El catalán Joan Rovira trajo por un día a Eivissa unos artilugios que, como se comprobó, entretuvieron a los niños igual que si de cualquiera de las últimas novedades que se publicitan por la televisión se tratara.

La destreza, el equilibrio, la maña o la paciencia de los chavales intervinieron para concretar el objetivo de cada juguete. Los materiales empleados por el artista proceden de particulares que se deshacen de objetos que ya no les sirven o de contenedores de basura. Después, Joan Rovira los limpia y les aplica una utilidad constructiva.

Desde sillines o ruedas de bicicleta hasta somieres viejos, mesillas o palanganas. Cualquier cosa es buena si se emplea con la creatividad suficiente como para darle una utilidad. El recinto del colegio acogió una veintena de juguetes de este tipo. Los niños siguieron las indicaciones que les ofreció el artista para conocer el sentido de cada uno de los ingenios que se presentaron. Una vez que cogieron la dinámica no se separaron de ellos y siguieron jugando por espacio de unas horas.

Aunque el interior del gimnasio del colegio l'Urgell también contó con otras atracciones. En el fondo del mismo se instaló un pasadizo del terror. su objetivo, además de despertar los nervios de los chavales, pasó porque presentó una disposición laberíntica de la cual tenían que escapar los niños acertando con la salida. La diversión la completaron los títeres, que ofrecieron el espectáculo «El gegant ambulant».