Un momento de una concentración en Eivissa en la que se reclamaba la igualdad para los trabajadores y residentes extranjeros.

Empresarios residentes en Eivissa «explotan a trabajadores inmigrantes sin papeles». Así de rotundo lo denuncia la responsable del Centro de Información al Trabajador Inmigrante (CITE), Carmen Duarte, que acusa a los empresarios de aprovecharse de que los «sin papeles» temen poner denuncias.

Algunos de los casos más graves que han pasado por el centro «rayan condiciones de esclavitud», asegura Duarte. La responsable relata el de dos chicas de Malasia que fueron contratadas en el Reino Unido por un inglés residente en Eivissa. «Les ofreció un trabajo como cocineras, alojamiento en un ático con vistas, un sueldo y que las ayudaría a arreglar los papeles», explica Duarte. «Al llegar a Eivissa -continúa- las alojó en un altillo sin agua, las obligó a limpiar su local dos meses sin cobrar y les retuvo el pasaporte». Al reclamar el salario, el propietario se negó a pagar e incluso les insinuó que le debían el dinero del alquiler y la comida. Tras acudir a CITE denunciaron el caso, pero fue archivado.

Otro caso «lamentable» a juicio de Duarte, es el de una chica colombiana que trabajaba en un chiringuito de Cala Vedella. «Se hizo un esguince en una mano, pero no la dejaban ir al médico hasta que ya no pudo aguantar el dolor y fue». Cuando volvió al trabajo la querían echar y, tras un forcejeo, la tiraron -literalmente- por la ventana. Acudió a CITE llena de moratones, donde la animaron a poner una denuncia.

Uno de los casos «más tristes» es el de una chica colombiana que comenzó a trabajar en un local de la Plaza del Parque. Estaba embarazada y sufrió un aborto semanas después de comenzar a trabajar. En el restaurante se negaron a pagarle el sueldo por los días trabajados o a darle una ayuda para comer y la recriminaron por no haber advertido de que estaba embarazada.