A lo largo de la madrugada tres vehículos de CESPA recorren diferentes calles de la ciudad. Foto: KIKE TABERNER.

Toda ciudad tiene una doble vida. Eivissa también. Para la brigada nocturna de recogida de las basuras la ciudad se transforma de lunes a sábado a las 23'00 horas, momento en el que pasa de ser princesa a cenicienta, o lo que es lo mismo, un duro campo de batalla para el equipo de recogida de basuras de Cespa formado por tres conductores, seis peones y un capataz que peinan las diferentes zonas del casco urbano divididas en tres sectores desde una hora antes de la media noche hasta pasadas las 03'00 o 04'00 horas, dependiendo de la cantidad de basura acumulada en los contenedores y puntos de depósito.

«Sólo trabajamos en el turno de noche de lunes a sábado en invierno», comenta José Rodrigo, uno de los chóferes, «y llevamos ropa de abrigo, chubasquero y los chalecos reflectantes, pero los guantes no los ponemos porque son incómodos para trabajar», puntualiza Eduardo Collado, uno de los peones. Estos diez currantes que viven de la basura tienen una media de edad de 35 años y llevan bastantes temporadas adecentando la ciudad.

José Luis Hortelano, conductor, es el que más tiempo lleva en el oficio «veintidós años recogiendo basura; dejé mi trabajo de labrador y empecé en esto». Isidoro Juárez, con 21 años de experiencia cambió el sector de la construcción por el de la limpieza y Domingo Mangas la chapa de los coches «porque donde trabajaba daban muy poco y por la comodidad», aspecto este último muy valorado por todos los integrantes de esta brigada que con el paso del tiempo le han cogido cariño al trabajo que desempeñan y que resulta indispensable para el buen funcionamiento de la ciudad.

Con sueldos a partir de 130.000 pesetas netas que aumentan según la categoría y la antigüedad de cada trabajador, han pasado de estar mal vistos por sus vecinos «que cuando entrábamos al bar nos decían de 'basureros'» a ser ciudadanos normales y respetados que realizan un trabajo «que no tiene valor añadido porque dura muy poco», indica José Rodrigo.