Los nichos del camposanto de Sant Antoni se cubrieron de flores. Foto: K. TABERNER.

El cementerio nuevo de Eivissa celebró como en el resto de localidades de las Pitiüses el día de Todos los Santos. En concreto, los ibicencos pudieron visitar ayer el camposanto en jornada matinal y vespertina. Las ceremonias consistieron en una misa solemne en la capilla del recinto mortuorio, que se vistió de un colorido especial: el que ofrecieron los claveles, rosas y crisantemos que los familiares trasladaron a los panteones y sepulcros de sus allegados.

Sandra Mayans, concejala de Juventud y Fiestas, y Cristina Ferrer, su colega en el área de Mercados y Cementerios, asistieron al acto religioso que tuvo lugar a las doce y media del mediodía. El lugar estuvo presidido por el ambiente familiar. La festividad permitió acceder a padres e hijos al cementerio de la ciudad. Además, el sol que marcó la jornada de ayer permitió que el flujo de visitas fuera constante.

Las floristerías de la ciudad se colapsaron desde primera hora de la mañana. La gente tuvo que esperar largas colas para adquirir el ramo de flores que después depositarían en el sepulcro. Y es que el día de Todos los Santos es una conmemoración universal que transfiere la categoría de santos a todas las personas fallecidas. Se convierte en la antesala del día de los difuntos, que se celebra hoy.

El Consistorio dispuso para el público de una línea especial de autobuses que trasladó a los ibicencos al cementerio desde la ciudad, aunque de nuevo el coche fue el medio de transporte elegido para acudir a visitar a los allegados. El aparcamiento del camposanto nuevo se colapsó por la mañana, y se tuvo que aparcar donde se pudo, incluso en el interior del recinto. Los niños, desconocedores de lo que un cementerio significa en toda su dimensión, se dedicaron a jugar. Una jornada marcada por el recuerdo.