El mercadillo hippy del club Punta Arabí se instaló ayer por última vez hasta el inicio de la próxima temporada turística. El lugar se vistió una vez más de variedades. Los puestos ofrecieron a los visitantes todo un muestrario de artículos, desde figuras o ropa hasta producciones artísticas de aficionados. Si alguien dudó ayer en adquirir algún producto y se arrepintió, no podrá comprarlo hasta el año que viene porque el rastrillo inicia un período de descanso. Los vendedores aprovecharán ahora la nueva temporada para renovar los muestrarios o, en el caso de las producciones artesanales, para fabricar nuevos artículos.

Como explica el director del complejo de Punta Arabí, Jaime Velarde, «no queda más remedio que cerrar el mercadillo temporalmente porque los touroperadores han cortado sus vuelos hasta la temporada turística del año que viene, la afluencia a de visitantes desciende ostensiblemente y es mejor esperar a que la cosa se recupere». Aunque el propio director aclara que el 2000 ha sido un año muy positivo, el número de compradores ha aumentado de nuevo. «Los miércoles de temporada alta se reciben a diario entre 16 y 17.000 visitantes y en la temporada baja cerca de diez mil. La tendencia es ascendente y eso este es un dato alentador».

El mercadillo hippy se instaló en este enclave oficialmente en 1975, aunque los primeros puestos se empezaron a colocar de manera improvisada entre finales de la década de los sesenta y primeros de los setenta, coincidiendo con la máxima expresión del movimiento hippy en la isla. En la actualidad conserva ese encanto propio de la época en que la paz y el amor libre eran la bandera que regía las actuaciones de este colectivo.

Todos los miércoles de la temporada en la que el mercadillo ha permanecido abierto se han realizado actuaciones musicales. De manera paralela, distintos grupos también han animado a los visitantes alrededor de los puestos mediante el sonido de tambores y otras actividades, como malabares y los que se ganan la vida haciendo de estatua.