Tomar un taxi para desplazarse por Eivissa cualquier noche se ha convertido en algo parecido a participar en un sorteo: si se tiene suerte y mucha paciencia, quizá lo logramos. Eso, claro está, si no nos vemos involucrados en una de las múltiples broncas que se organizan en las paradas.

A partir de las doce de la noche las colas comienzan a desbordar las aceras; los turistas y residentes se sientan en la calzada y comienza a cundir el desánimo. En ocasiones se observan escenas de evidente riesgo, como decenas de jóvenes que deciden colocarse en el centro de la carretera para obligar a parar a los taxis. Así continúa la cosa hasta la madrugada.

La parada de la avenida Ramon i Tur, junto a la entrada del puerto de Eivissa, es quizá la que mejor ejemplifica lo que ocurre. Allí, como señalan algunos taxistas, los problemas se suceden a lo largo de toda la noche. Muchos de los que esperan se cansan y prefieren tratar de colarse que aguardar religiosamente su turno. Esto no hace más que calentar los ánimos, lo que provoca, en algunas ocasiones, peleas. Mientras, muchos de los residentes se preguntan a qué esperan los ayuntamientos para aumentar el número de licencias de taxis.